domingo, 5 de agosto de 2012

Logro, afiliación o poder...

Soy de las que piensa, que la palabra y los compromisos adquiridos a través de ellas hay que cumplirlos a cabalidad...  Porque tu eres el reflejo de la coherencia entre lo que dices y haces.. Ya que tu no puedes predicar y no aplicar, o como diríamos aquí en la costa, puro tilín tilín y nada de paleta.

Dentro de mis compromisos adquiridos esta llevar fielmente este blog; sin embargo, el cambio drástico que tuve la semana pasada con el inicio de obligaciones adicionales de forma simultánea, dificultaron el cumplimiento de mi labor personal.  

A pesar de lo anterior, con cada lectura realizada (400 pág) y con cada ensayo escrito (6 en total),  me recordaba que había plasmado miles de palabras pero con pocas destinadas para mi desahogo...  Entre teorías de Taylor, Fayol, Weber, Maslow, Mc. Gregor, Peter Drucker y demás autores tradicionales y contempóraneos se desvanecían mis pocas horas libres de la noche y las madrugadas....  Todo por cumplir una nueva meta personal...  

Pero a pesar de considerarme una mujer de metas y de logros.... no fue muy sorprendente para mí cuando los resultados de un ejercicio de McClelland acerca de las motivaciones personales para hacer las cosas: logro, afiliación y poder; marca que dentro de mi personalidad es más importante no hacerle daño a las personas y mantener su bienestar, que el propio logro personal...Sin embargo, en este mundo hay personas que su principal objetivo es el poder o el logro a costa de lo que sea... 

Y bueno, si bien es importante pensar en los demás, se llama a la reflexión en cuánto que tan agradecidos y bien acogido es por la otra persona el hecho de que hagas ciertas cosas por ella?.  O hasta qué punto puedes pensar en los demás y no en uno mismo?...Es ahí donde uno costeño dice, una cosa es ser buena gente y otra cosa es que crean que uno es hueva gente...  Pero lo que si es cierto y debe ser el primer principio de todo, es que primero se debe querer uno como persona y después querer a los demás; porque si no te quieres y aceptas tu, difícilmente podrás querer a los demás.  Que el querer no se mendiga, por lo que no estés donde nadie te ha llamado...   

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